Esta mañana amaneció nublado dentro de La Torre y mi corazón se sincronizó con el pronostico de Tormenta. El veneno que poco a poco está enfriando la sangre de mis venas es lo que llueve y "Granizo en el Aparato Circulatorio", es el mas probable de los resultados... estamos en Temporada Alta de Ledasol, nada se puede hacer.
Y como pasa siempre en estos casos, la unica forma de evitar la congelación-coagulacion, es visitar algunas de las miles de habitaciones de este adefesio arquitectonico, en busca de algun shock, valvula o escape que me haga reir o llorar; descarga eléctrica, frio, agua hervida, abejas no muy asesinas...cualquier cosa. Para sobrevivir debo recurrir a lo que se cruce con La Torre.
El Agujero Negro que vivía en el Ombligo de Dalí, Un Numero 7 que se Mutiló para ser un Uno y los Patos que se Negaban a Devolver a la Princesa parecían ser las únicas novedades del dia. Yo ya me estaba debatiendo entre averiguar cual de las princesas era la secuestrada o investigar si la pelusa puede vivir en un agujero negro, cuando sentí el ruido de algo pesadísimo que caía dentro de una puerta que no había examinado aun. Tome la mano del Oli-recuerdo-que-ya-no-está y me dirigí hacia la aventura.
Era un hombre. Otro hombre, quiero decir, uno que no era yo. Hermoso, perfecto y sonriendo con dientes armoniosos y destellantes que inmisericordemente desnudaban todas y cada una de mis imperfecciones, multiplicandolas por mil. Pero eso casi no me dolió (lo opuesto normalmente sucede) porque me estaba mirando (¡a mi!) con esos ojos siberianos; me estaba llamando con las pestañas que naturalmente le delineaban los misterios de la belleza egipcia en la mirada. La barba cuidadosamente descuidada y el cabello un poco largo coronando la cara de niño en ese adulto tejían una cuerda que me llevaba hacia él luego de haber matado mi cordura.
¿Quien habia cincelado ese cuerpo imposible? Las montañas que formaban los brazos y las cordilleras de sus piernas cercaban el torso que ostentaba un pecho-almohada mullido y convocante pero firme... ("hace tanto que no duermo cansado!", atiné a murmurar). Mas abajo seis, ocho, ¿diez? islotes adornaban el vientre firme. Y mas abajo, por el camino de las hierbas, La Lanza.
No era una lanza comun, y no solo por medidas, grosores y pesos específicos, sino porque era tambien una llave, una Maravillosa Lanza-Llave que el sueño hecho realidad que estaba al frente mio sostenía en sus manos con un orgullo purísimo.
"PAF...!"
El golpe me despertó del ensueño calenturiento y me informó que el Adonis estaba rodeado por un vidrio transparentisimo, apenas visible. El cartel con el que me encontré en el piso me dijo que estaba al frente de "La Perfeccion empuñando su Lanza" del artista Max Chierel. Una estatua viviente, literalmente. El monumento seguía sonriendo y respirando obscenamente, girando para mostrarse, demarcando su juventud y belleza con las manos, desesperadamente ofreciendo su voluptuosidad masculina... ¿a cambio... de que?.
-"Sacame de esta torre y te regalaré calor" -dijo a través del cristal protector. -"Este lugar es frío y me está matando. Necesito los ojos de los otros para existir y los tuyos ya me miraron demasiado. Muchas mas miradas o mi corazón se parará". Todo eso tan desesperado y triste lo decía con su cara de orgasmo fingido y su sonrisa de amor de alquiler y de repente me dio pena que alguien cuya lanza-llave le había abierto todas las puertas del mundo se hubiera encontrado con un lugar tan deprimente y recluído que no le brindaba nada de todo lo que la vida del afuera le regalaba a diario, simplemente a cambio de todo ese show que le salía tan bien como respirar. Houdini frente a una celda de la que no podía escapar.
"No tengo la llave. Yo tambien la busco. Vas a tener que aguantar un poco y te vas a ir solo de aqui... nada (excepto yo) se queda mucho en La Torre".
No le gustó para nada la respuesta, ni un poquito. Agarró la puerta a patadas y me insultó con chillidos, describiendome todas las imperfecciones de mi cuerpo-no-estatua, se rió de mi lanza (lo habia olvidado, pero tengo una) y escupió hacia mi direccion. Y aun asi no pudo salir. En un momento se dejó caer en un rincón, volviendose gris y sombrío y aunque seguía siendo hermoso gris y sombrío, el espectaculo era ahora muy triste. Me retiré junto a mis ojos que ya lo habian mirado demasiado, mientras "La Perfeccion empuñando su Lanza" cantaba un tango caminando al revés, desesperado de Ledasol.
Sintiendome muy sucio y muy canalla, luego en soledad lo recordé una vez mas, gracias a su imagen reflejada en mi lanza.-
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